Con sus enormes terrazas disminuyendo de tamaño a medida que el edificio asciende, los zigurats pueden ser considerados fácilmente montañas hechas por el hombre. Son estructuras identificables casi siempre asociadas con la antigua religión mesopotámica. En tiempos antiguos, todas las ciudades de Mesopotamia de una cierta importancia tenían su propio zigurat, aunque muchos de ellos han sido destruidos con el paso de los siglos. Dos ejemplos famosos de zigurats que han llegado hasta nuestros días son el Gran Zigurat de Ur en Iraq y Chogha Zanbil en Irán.
La Torre de Babel
La palabra «zigurat» deriva del acadio «ziqqurratu», que ha sido traducido de forma diversa con los significados de «pico de montaña», «edificio que se alza» y «construir en una zona elevada». Este nombre es apropiado, teniendo en cuenta que algunos zigurats eran estructuras realmente imponentes . Es interesante observar que la bíblica Torre de Babel, que fue construida con la intención de permitir a los seres humanos alcanzar los cielos, según se cree habría sido en realidad un zigurat. La inspiración para su construcción en el relato bíblico se dice que habría sido un zigurat babilónico conocido como Etemenanki (palabra que significa «Casa de la base del cielo sobre la tierra»). Está documentado que esta estructura se elevaba hasta una altura de 92 metros. Desgraciadamente, Etemenanki fue demolido en la antigüedad.
La arquitectura del zigurat: construir una montaña como expresión de poder
En líneas generales, el núcleo del zigurat era construido con ladrillos de barro, con una capa externa de ladrillos cocidos al horno para mayor protección. De ello se deduce que los zigurats eran estructuras sólidas, no huecas. Para los antiguos mesopotámicos, el barro era considerado la más pura de las sustancias, de ahí su uso para la construcción de zigurats.
La base de un zigurat podía ser de forma cuadrada o rectangular, y sobre esta base se iban construyendo una serie de terrazas. A medida que se añadía un nivel el área de la plataforma disminuía y la estructura adoptaba la forma de una pirámide escalonada. En la cima del zigurat había un templo dedicado a una de las muchas deidades Mesopotámicas.
La construcción de estas monumentales estructuras requería de una gran cantidad de mano de obra y organización. Por esta razón, la construcción de zigurats siempre era encargada por los gobernantes de importantes ciudades-estado mesopotámicas. Durante el III milenio a.C. había tensión política entre el templo, representado por los sacerdotes, y el palacio, representado por los reyes. Mediante la construcción de zigurats, los reyes estaban demostrando que su poder se extendía también a la esfera religiosa.
La construcción de zigurats por parte de gobernantes seculares continuó en los siglos sucesivos. Durante el Imperio neobabilónico, por ejemplo, Nabucodonosor II, que reinó entre los siglos VII y VI a.C., ordenó la reconstrucción del Etemenanki.
Durante milenios, muchos de los zigurats de Mesopotamia fueron demolidos. El Etemenanki, por ejemplo, estaba en ruinas cuando Alejandro Magno entró en Babilonia. Antes de dejar la ciudad por el este, el rey macedonio dio instrucciones para que el zigurat fuera reconstruido. A su regreso, sin embargo, observó que no se había realizado progreso alguno en las obras, por lo que decidió demoler la estructura para que pudiera ser construido en su lugar un nuevo zigurat. Su prematura muerte en el 323 a.C. provocó que sus proyectos nunca se llevaran a cabo.
Zigurats famosos
En cualquier caso, algunos zigurats lograron sobrevivir hasta nuestros días. En la provincia iraní de Juzestán, por ejemplo, está el Choga Zanbil, considerado habitualmente uno de los zigurats mejor conservados que existen. Este zigurat era una estructura masiva que albergaba no sólo templos, sino también varios palacios.
Otro zigurat bien conservado es el Gran Zigurat de Ur en Irak. La importancia de este antiguo zigurat puede verse incluso en tiempos modernos. En 1985, Saddam Hussein hizo reconstruir el zigurat, y los ladrillos utilizados para este proyecto tenían su nombre estampado en ellos, a imitación de Nabucodonosor.
Artículo publicado originalmente por Ancient Origins en español.