Los Bajau Laut, una tribu de cazadores-recolectores marinos con más de 1.000 años de historia en las islas del sudeste asiático, son conocidos por su notable capacidad de buceo libre. Dependiendo casi por completo de los alimentos y los recursos cosechados en el océano, los Bajau, o nómadas del mar, pasan unas cinco horas en total bajo el agua todos los días.
Si los humanos son una especie terrestre, ¿cómo pueden los Bajau funcionar más como nutrias marinas? Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Copenhague y la Universidad de Berkeley, los nómadas del mar pueden aguantar la respiración varias veces durante largos períodos sin dañar sus cuerpos gracias a la evolución reciente del bazo agrandado.
Estudios fisiológicos anteriores han descubierto que al bucear, todos los seres humanos son capaces de hacer los mismos trucos que emplean los verdaderos mamíferos marinos, como las focas: nuestra frecuencia cardíaca disminuye, los vasos sanguíneos periféricos se constriñen para conservar el flujo de sangre cálida y oxigenada a los órganos vitales; y el bazo se contrae para enviar una reserva extra de glóbulos rojos (RBC) que transportan oxígeno al sistema circulatorio.
Sin embargo, los hombres y mujeres de Bajau avergüenzan a los buceadores occidentales más experimentados: regularmente se sumergen más de 70 metros de profundidad (230 pies) con nada más que un par de gafas de madera y algo de peso. Por lo tanto, durante décadas, los científicos se han preguntado si esta capacidad para contener la respiración extrema se deriva de las adaptaciones genéticas o si simplemente es el resultado de un entrenamiento repetido que comienza temprano en la vida.
Para responder a esta pregunta, los autores se propusieron comparar los bazos y los antecedentes genéticos de las personas de Bajau que viven cerca de la isla indonesia de Sulawesi con sus vecinos que prefieren la tierra, el Saluan. Se tomaron ultrasonidos esplénicos y muestras de ADN de 43 individuos Bajau y 33 individuos Saluan no relacionados.
La imagen confirmó que los Bajau tienen un bazo más grande que el Saluan que no se zambulle, lo que significa que sus cuerpos pueden almacenar más glóbulos rojos de refuerzo. Además, incluso las personas de Bajau que no trabajaban como buzos tenían bazos más grandes, lo que respalda la teoría de que estas personas nacieron para nadar.
Cuando posteriormente se intentó identificar el origen genético del bazo agrandado, el equipo descubrió que muchos de los individuos de Bajau tienen una variación única en un gen relacionado con la función tiroidea, PDE10. Aunque el vínculo sigue siendo turbio, otros estudios genéticos han sugerido que los niveles de la hormona tiroidea afectan la producción de glóbulos rojos durante el desarrollo de la primera infancia y, en consecuencia, podrían conducir a un bazo más grande.
«De todos modos», escriben, «el cambio fisiológico resultante parece haber proporcionado una adaptación funcional a las condiciones de hipoxia aguda que es característica del buceo con respiración suspendida».
Al comparar las secuencias de PDE10 con las del Saluan y otras poblaciones asiáticas, los autores encontraron evidencia que confirma que esta adaptación surgió de la selección, en lugar de mutaciones aleatorias repetidas. Parece que las variaciones estaban presentes a frecuencia aleatoria en los grupos ancestrales de Bajau y se hicieron cada vez más comunes después de que los Bajau se separaron del grupo Han Han hace 15.400 años, posiblemente cuando las personas comenzaron a adoptar un estilo de vida más marinero.
Además, el ADN de los Bajau reveló que el grupo tiene una alta frecuencia de variaciones en el BDKRB2, el único gen conocido asociado con la respuesta de inmersión fisiológica en humanos. Las personas con variaciones en BDKRB2 han potenciado la vasoconstricción periférica, lo que permite tiempos de inmersión más largos.
«En general, nuestros resultados sugieren que los Bajau han experimentado adaptaciones únicas asociadas con el tamaño del bazo y la respuesta de buceo, agregando nuevos ejemplos a la lista de adaptaciones genéticas notables que los humanos han experimentado en la historia evolutiva reciente».
El estudio científico ha sido publicado en la revista Cell.