Mientras excavaban un montón de ruinas antiguas en México, un equipo de arqueólogos desenterraron un tesoro de viejos clichés sobre la América pre-colonial: sacrificios sangrientos, humanos sin piel, esculturas épicas de dioses y cráneos de roca volcánica.
Un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México ha verificado el primer templo conocido dedicado a Xipe Tótec, un dios prehispánico muy importante, cerca de Ndachjian-Tehuacán en el estado central de Puebla.
Xipe Tótec se encuentra entre las deidades prehispánicas más antiguas conocidas, pero también fue adorado por muchas otras culturas a través de la mayoría de los mesoamericanos hasta la conquista española de las Américas, incluidos los Aztecas. Era más a menudo venerado como el dios de la primavera, el renacimiento, la liberación, la vegetación y la agricultura.
La gente antigua de Popoloca adoraba al dios a través de un festival conocido como Tlacaxipehualiztli, que se traduce en náhuatl como «el desollar / desollar de los hombres». Sus mitos contaban una historia sobre cómo Xipe Tótec se desollaría y colocaría su piel sobre la Tierra cada primavera rellenando el suelo con nueva vida y vegetación. Como tal, el desollado de los humanos llegó a simbolizar el renacimiento y la renovación de las estaciones.
Alrededor de dos altares circulares en el templo, los sacerdotes sacrificaban a un individuo desafortunado, los despellejaban y luego se ponían sus pieles. Los investigadores están bastante seguros de que esta espeluznante práctica tuvo lugar en el templo basándose en esculturas encontradas dentro del complejo. En primer lugar, el templo data de entre 1000 y 1260 d.C., una época en la que otras fuentes muestran que se realizaron rituales de sacrificio en sitios similares. Además, las esculturas parecen personificar al propio Xipe Tótec, representado por dos cráneos «con piel» y un torso cubierto con piel de sacrificio.
Las esculturas están talladas en roca volcánica, posible riolita, que no se encuentra naturalmente en la región. Esto sugiere que el material fue importado de otras partes de América Central. Inusualmente, la escultura que representa a Xipe Tótec tiene una falda de plumas, que no se ve a menudo en las deidades prehispánicas. También tiene una mano derecha que cuelga del brazo izquierdo y se cree que representa la mano de una persona sacrificada.
«Esculturalmente es una pieza muy hermosa. Mide aproximadamente 80 centímetros de altura y tiene un agujero en el vientre que se usó, según las fuentes, para colocar una piedra verde y ‘dotarlo de vida’ para las ceremonias», dijo el arqueólogo Luis Alberto Guerrero en un comunicado.
Los cráneos miden aproximadamente 70 centímetros de alto y pesan casi 200 kilogramos. Se piensa que se usaron para cubrir los agujeros en el suelo frente a los altares, donde se colocaría la piel de los sacrificios humanos, después de que fueran llevados por los sacerdotes.
El resto del sitio del templo aún no se ha explorado, pero esperan encontrar más pruebas de esta práctica sombría pero fascinante.