A pesar de los asombrosos logros en astronomía, arquitectura y matemáticas, la civilización maya clásica colapsó hace aproximadamente 1,000 años. Los historiadores han sospechado durante mucho tiempo que la causa es la sequía, pero la evidencia no ha sido concluyente.
Ahora, las técnicas más sofisticadas no solo han confirmado la teoría, sino que han proporcionado mediciones bastante precisas de cuánto más se había vuelto el ambiente en ese momento.
El lago Chichancanab en la península de Yucatán se sentó lo suficientemente cerca del corazón de la civilización maya para proporcionar un indicador del clima en toda la región. A mediados de los años 90, se leyeron los cambios en la proporción de isótopos de oxígeno pesados a ligeros en las conchas depositadas en el suelo del lago, lo que demuestra que los últimos años del Período Clásico Maya fueron relativamente secos.
Sin embargo, las medidas utilizadas en ese momento no podían decirnos cuánto más seco era el período que las eras anteriores y posteriores. ¿Fueron los cambios climáticos locales realmente suficientes para derribar la civilización del Hemisferio Occidental con el sistema de escritura más avanzado y capaz de construir ciudades tan grandes? Ahora, un artículo en Science proporciona la respuesta, mostrando que, por razones desconocidas, el clima de Centroamérica cambió de manera muy dramática.
El estudiante de investigación de la Universidad de Cambridge, Nicholas Evans, midió isótopos de oxígeno e hidrógeno en moléculas de agua capturadas en sedimentos de yeso recolectados del fondo del lago. Evans y sus coautores concluyeron que hubo una disminución de entre 41 y 54 por ciento en las precipitaciones anuales dentro de la zona de captación del lago durante varios largos períodos de más de 400 años. La humedad disminuyó en un 2-7 por ciento, lo que puede sonar modesto pero tuvo un efecto importante en la evaporación.
Eso debe haber tenido un efecto drástico en la producción agrícola, y no es sorprendente que los años extremos fueran aún peores. La precipitación fue probablemente un 70 por ciento más baja que la norma a largo plazo durante años. Pocas sociedades tendrían las reservas de alimentos para sobrevivir a tales eventos, y parece que la mayoría de las ciudades mayas no fueron la excepción.
Hoy en día, el área de captación de Chichancanab recibe cerca 1.200 milímetros (47 pulgadas) de lluvia cada año, similar al pico de los mayas, por lo que incluso durante este período seco, la lluvia habría sido igual a la de Londres (este verano aparte). Sin embargo, con un sistema agrícola orientado a cultivos sedientos como el algodón, es probable que no puedan sobrevivir con la lluvia suficiente para otras culturas. También hay evidencia de que las sequías generalmente afectan a toda la región al mismo tiempo.
La cultura maya no murió con el final del Período Clásico Tardío, pero tanto el número de población como la tecnología se redujeron en gran medida y se desplazaron hacia fuentes de agua permanentes.
El estudio de por qué una civilización en particular colapsó nos proporciona guías importantes para nuestros propios peligros. El hecho de que las ciudades mayas fueron derribadas por los niveles de precipitaciones en las que otras culturas habrían prosperado es un recordatorio de que la velocidad del cambio climático suele ser más importante que las temperaturas absolutas o la precipitación.
El estudio científico ha sido publicado en la revista Science.
Fuente: IFL