El imperio inca (Tawantinsuyu), el mayor imperio precolombino de Sudamérica representa el máximo esplendor de una continuidad cultural que se remonta a 6.000 años de desarrollo en la costa del Pacífico y los Andes centrales.
A pesar de ser una de las grandes civilizaciones del mundo, guarda muchos misterios como el de sus orígenes ancestrales, que debido a la falta de escritura, se mezcla con los mitos y leyendas. Así hay dos mitos fundacionales del imperio Incaico como un grupo migrante que llegó al valle del Cusco: el primero indica una pareja divina civilizadora que salió del lago Titicaca (a unos 500 km al sur), o que salieron del área de Paccarictambo (localidad a 50 km al sur).
Genética vs leyenda
Un equipo de investigadores de Perú, Brasil y Bolivia acaba de publicar en la revista Molecular Genetics and Genomics el primer estudio genético que da luces sobre el origen del linaje inca y está enfocado en los descendientes contemporáneos de la familia imperial.
Debido a que aún no se cuenta con registros de momias o restos óseos de los gobernantes incas, el estudio usó el abordaje genealógico y genético para rastrear las «marcas» genéticas de sus descendientes, cuyos linajes paternos están documentados en los archivos coloniales. Entre estos, participaron 18 individuos varones, representando a 12 familias en su mayoría de los distritos de San Sebastián y San Jerónimo en el Cusco (Perú), informa en un comunicado la Universidad San Martín de Porres (Perú).
Los resultados de ese estudio desvelaron linajes distintivos que descienden de dos diferentes fundadores, quienes podrían estar vinculados a los emperadores incas y a una expansión, sucedida en los Andes durante el Período Intermedio Tardío (entre 900-1476 d.C.).
Asimismo, el estudio revela que los dos grupos de linajes masculinos están estrechamente relacionados a las poblaciones de habla quechua y aymara, incluyendo localidades al sur de Cusco (Paccarictambo), poblaciones del lago Titicaca y el norte de Bolivia, áreas que abarcó el antiguo Imperio Tiwanaku.
Por otra parte, el estudio también identificó muy variados linajes de ADN mitocondrial (línea materna) asociados con cada familia, sugiriendo un elevado flujo génico entre las poblaciones andinas incluyendo Cusco, en los últimos 1,000 años. Más datos se tendrán con estudios de ADN antiguo, cuando se encuentren restos de los emperadores incas o de sus familiares directos.
Este estudio comenzó con una red colaborativa de genetistas sudamericanos hace aproximadamente 11 años, en el curso del Proyecto Genográfico Sudamericano dirigido por el Dr. Fabricio Santos de la U. Federal de Minas Gerais (UFMG), Brasil. Este proyecto contribuyó en la reconstrucción histórica de algunos pueblos, tales como Los Uros de Perú y Bolivia, asi como de los Kechwa Lamistas del departamento de San Martín.
El trabajo fue financiado inicialmente por la National Geographic Society (NGS, Proyecto Genographic) de EE. UU al grupo liderado en Sudamérica por el doctor Fabricio Santos y un segundo financiamiento al equipo peruano liderado por los doctores José R. Sandoval y Ricardo Fujita de la Universidad de San Martín de Porres de Lima. Ello permitió a la red continuar con estudios sobre la historia de las sociedades precolombinas de los Andes, en particular, sobre la genealogía de los descendientes de los incas.
«Los estudios genéticos en Perú están contribuyendo en la reconstrucción del pasado, y en este caso, estuvimos intrigados por la historia de la descendencia inca. Aunque sus antepasados son admirados; a veces por motivos políticos en la colonia y la república se les quiso desconocer; pero parece que su linaje persiste», opina Santos.
Por otro lado, «aparentemente estos primeros resultados no se contradicen con la idea de que los antepasados de los incas vinieron desde el lago Titicaca haciendo escalas, pero faltan mas indicios que corroboren ese escenario», indica Fujita. Y agrega: «a veces la historia está mal escrita o no está escrita; felizmente tenemos las letras del ADN que pueden darnos algunos indicios».